Gente: La historia de la comunidad puertorriqueña de Filadelfia
Ariel Arnau
Familiares puertoricanes fotografiados juntos Imagen de Taller Puertorriqueño |
Una manera de definir un vecindario es mediante la gente que vive en él y le da forma. De la manera que la comunidad puertorriqueña en Filadelfia ha ido cambiando a través del tiempo y su centro ha sido localizado en distintas secciones de Filadelfia, también han cambiado los asunto que las personas han confrentado. Dejándose llevar por la ola de cambio en la economía local, de ser una base de manufactura antes de la Segunda Guerra Mundial, a ser una economía de servicio en el período de la posguerra. Un número de personas clave ha servido como contribuyentes importantes a la estructura política, social y económica de la comunidad.
El período antes de la Segunda Guerra Mundial vió a muchos migrantes puertorriqueños mudarse a las secciones del Sur de Filadelfia y luego en el área de Spring Garden. Muchos llegaron para ser manufactureros de cigarros, lo cual llevó al desarrollo de organizaciones comunitarias puertorriqueñas y formó el liderazgo inicial en esta comunidad pequeña pero creciente. Entre estos individuos se encontraba José DeCelis, uno de los organizadores más prominentes de la comunidad puertorriqueña en Filadelfia durante la Segunda Guerra Mundial. DeCelis era dentista de profesión, presidente del Club Latinoamericano organizado localmente, director del Comité del Consejo de Asuntos Puertorriqueños sobre Salud y Bienestar, así como el primer puertorriqueño en graduarse de Temple University. DeCelis continuó su trabajo después de la guerra y fue uno de los que la Ciudad de Filadelfia llamó para testificar en vistas celebradas por la Comisión de Relaciones Humanas luego del Motín de Spring Garden.
Saturnino Dones, originalmente residente de Southwark cerca de la Bayuk Cigar Company, se mudó al Norte de Filadelfia para vivir más cerca de su trabajo con la Cigar Makers Union. Casado y con un hijo, residió en el Norte de Filadelfia por más de veinte años antes de mudarse a la Ciudad de Nueva York y convertirse en un bodeguero, con la contracción de la industria del tabaco. La mudanza de Bayuk atrajo más puertorriqueños a reubicarse en Northern Liberties, lo cual entonces llevó a la creación de negocios y tiendas que servían sus necesidades.
Antonio Malpica llegó a Filadelfia en el 1913 en Southwark antes de que pasaran la Ley Jones-Heinfroth en el 1917, la cual le otorgó la ciudadanía a los puertorriqueños. Antes de Jones le hubieran clasificado como un Nacional de los Estados Unidos, pero no un ciudadano. Efectivamente, era “extranjero en un sentido doméstico”, de acuerdo con la opinión del Tribunal Supremo en los Casos Insulares. Él y muchos otros migrantes de Puerto Rico, igual que los inmigrantes europeos que les precedieron, vieron a Filadelfia como la tierra de las oportunidades. Él operaba un chinchal (su muy pequeño propio taller de manufacturar cigarros), llamado Malpica’s Havana Cigars, donde él hacía y vendía sus propios cigarros y tenía un segundo trabajo en el taller local de Bayuk Brothers. Malpica ingresó en la Fuerza Naval en el 1917 y sirvió en la Primera Guerra Mundial.
El período luego de la Segunda Guerra Mundial vio un crecimiento dramático en la población puertorriqueña de Filadelfia y un empuje lento hacia el Norte de Filadelfia a través de un período de veinte años. Mientras algunas de las organizaciones cívicas creadas antes de la guerra permanecían activas, un número de nuevas organizaciones se establecieron para servir las necesidades de esta comunidad. Una de ellas era la Asociación Cívica Puertorriqueña. José A. Fuentes, quien fundó el grupo y fungió como su presidente, llevó a cabo un número de servicios dentro de la comunidad: agente de turismo, notario, tendero al por mayor, presidente de la asociación de mercaderes puertorriqueños y corresponsal para el periódico más grande de la isla, El imparcial. Fuentes creía que a pesar de los esfuerzos del gobierno municipal que se basaban en la reforma y las organizaciones basadas en las comunidades, los asuntos que su comunidad continuaba enfrentando últimamente causaron inquietud y malentendidos entre los nativos de Filadelfia y los puertorriqueños recién llegados.
Navidad en Filadelfia, 1970; Domingo Negron, sobrino, 2 sobrinas Imagen de Sociedad Histórica de Pennsylvania |
Las mujeres puertorriqueñas también sirvieron un propósito clave en la comunidad puertorriqueña de Filadelfia durante la época de la posguerra. Hilda Arteaga, líder de la Asociación de Votantes Puertorriqueños y una miembro del comité del Partido Demócrata, estaba fuertemente involucrada durante la década de los 1960 en registrar puertorriqueños a votar y asegurar su lealtad al Partido Demócrata. Emma Franceschi, una organizadora comunitaria puertorriqueña para el Concejo de Salud y Bienestar de Filadelfia (PHWC, por sus siglas en inglés), vino a Filadelfia para trabajar con el Friends Neighborhood Guild (el Gremio de Amigos del Vecindario) después de ser empleada como una trabajadora social en Nueva York y Chicago. Su educación (obtuvo grados tanto de la Universidad de Puerto Rico como de la Universidad de Pittsburgh) y su trabajo anterior le permitieron entrar al PHWC para fomentar el liderazgo en la comunidad puertorriqueña en Filadelfia.
Una de las mujeres puertorriqueñas más visibles en las décadas de los 1960 y 1970 era María Lina Bonet. Bonet era la miembro líder de la Fraternidad Puertorriqueña, una organización cuyas raíces datan del 1908. Ella organizó una marcha de protesta del edificio del Philadelphia Inquirer hasta la Alcaldía para exigir mayor representación en el gobierno municipal y para objetar a los comentarios realizados por María Mendoza, una trabajadora social con el Comité Antipobreza de Filadelfia. En una serie en cinco partes en The Inquirer, Mendoza había declarado que algunas familias puertorriqueñas en Filadelfia eran tan pobres que comían comida de perro. Bonet sentía que Mendoza había impugnado la dignidad de la comunidad puertorriqueña mediante un ejemplo extremo de la pobreza. Bonet y sus contemporáneos le peticionaron al Alcalde Tate que retirara a Mendoza de su puesto político y que expandiera las oportunidades de empleo municipales para otros puertorriqueños. En adición a impulsar la noción de respetabilidad en la política y las oportunidades de empleo en el gobierno municipal, Bonet también expresaba públicamente su disgusto contra los jóvenes activistas de izquierda de principios de la década de los 1970, los Young Lords. Sus posiciones chocaban con las ideas de los líderes establecidos en la comunidad puertorriqueña. “¡Y esos carteles! No me molestan los patriotas puertorriqueños”, dijo Bonet, “pero nadie va a poner a Castro y a Guevara en esas paredes... si los Lords en algún momento verdaderamente hieren a esta comunidad, ese es el día que me iré tras ellos”.
Muchos de los líderes comunitarios puertorriqueños en Filadelfia cultivaron fuertes lazos con la oficina del Alcalde en un esfuerzo de asegurar financiamiento disponible mediante la iniciativa de la Guerra contra la Pobreza. Entre estos líderes se encontraba Pascual Martínez, quien se mudó a los Estados Unidos en el 1932 y se convirtió en un miembro del Comité Municipal Democrático, en el cual fungió como presidenta de la unidad hispanohablante. Martínez tenía conexiones cercanas con la Alcaldía y buscaba crear un bloque electoral mediante el proceso de registrar al menos veinte mil puertorriqueños para votar. Él deseaba legitimar y obtener poder político para los puertorriqueños en Filadelfia mediante ayudarles a usar su fuerza electoral. Otro líder que trabajó con los oficiales municipales a pelear por mejor representación dentro de la comunidad puertorriqueña fue Oscar Rosario, quien tenía fuertes lazos con la administración de Rizzo en la década de los 1970.
Jóvenes puertorriqueños socializan en calle lateral graffitiizada Imagen de Taller Puertorriqueño |
Filadelfia vió muchos cambios dentro de la comunidad de líderes y activistas puertorriqueños en la década de los 1980. Muchos de los activistas jóvenes de izquierda en la década de los 1970 ocuparon posiciones de liderazgo en el creciente sector sin fines de lucro, política electoral formal y una variedad de otras arenas profesionales. Junto a los cambios en la base, otros desarrollos a nivel nacional afectaron el activismo que tomó lugar entre los puertorriqueños en Filadelfia. Posiblemente uno de los movimientos sociales más importantes fue la campaña de bloquear la legislación Solo en Inglés en Pensilvania. Uno de los activistas puertorriqueños locales en la campaña en contra del movimiento Solo en Inglés en la década de los 1980 fue Joaquín Rivera. Mediante el uso de una red de padres y estudiantes, él se desarrolló como un consejero académico en la Escuela Superior Olney, Rivera unió miembros comunitarios de una variedad de grupos raciales y étnicos para protestar la legislación. Los materiales de publicidad para esta protesta fueron publicados en al menos diez idiomas distintos. Además de movilizar a los padres y estudiantes, Rivera era miembro del Congreso Nacional para los Derechos de los Puertorriqueños y obtuvo apoyo de puertorriqueños en Filadelfia y la Ciudad de Nueva York. La protesta fue un evento muy animado. Joaquín trajo su cuatro (el cuatro es el instrumento nacional de Puerto Rico y pertenece a la familia de cuerdas) y tocó música puertorriqueña tradicional. Los protestantes marcharon desde la Caller Cuatro y Arch hasta el Painted Bride Art Center en la Calle Vine y la Calle Tres. Hay un mural de Rivera en la Calle Cinco, al norte de la Avenida Lehigh.
Estas anécdotas y perfiles representan una pequeña porción de individuos que han contribuído al crecimiento de la comunidad puertorriqueña durante sus 100 años de existencia. Lo que es claro es que el trabajo de capturar y preservar estas historias tiene que continuar. La próxima generación de líderes, académicos, profesionales y activistas puertorriqueños será clave para este esfuerzo.
Biografía del Autor
Ariel Arnau nació y se crió en el Bronx, Nueva York y llegó a Filadelfia en el 1994. Obtuvo su BA y su MA de la Universidad de Temple y su PhD en Historia de la Universidad de la Ciudad de Nueva York en el 2018. Sus intereses de investigación incluyen la política puertorriqueña en la América urbana y la política lingüística en los Estados Unidos. Actualmente enseña en la Universidad de Temple.