Historia de la Economía de Los Puertorriqueños en Filadelfia Desde Principios de los 1900 hasta los 1990
Ariel Vazquez
Dos hombres se unen junto a un carro de vendedores Imagen de los archivos de Taller Puertorriqueño |
La economía siempre ha sido uno de los factores decisivos al moldear los vecindarios, ya que las oportunidades o dificultades financieras literalmente mudan a la gente. La presencia de puertorriqueños en Filadelfia data de los años 1800, cuando el intercambio comercial unió a la isla con la ciudad. Un grupo de exiliados puertorriqueños a favor de su independencia, organizadores, comerciantes, obreros, estudiantes y otras personas procedentes de Puerto Rico se establecieron en Filadelfia entre fines de los años 1800 y principios de los años 1900. Sin embargo, el primer flujo sustancial de migrantes puertorriqueños se vió entre el 1950 y 1970, periodo también conocido como la primera Diáspora Puertorriqueña. Muchos puertorriqueños llegaron a Filadelfia en busca de oportunidades económicas o para escapar la persecución política en la isla. Alrededor de 60,000 puertorriqueños llegaron al territorio continental para trabajar en diferentes industrias, la mayoría en la agricultura y la manufactura no especializada. Este flujo de migrantes fueron la semilla del enclave actual de comunidades puertorriqueñas/latinas en Filadelfia.
Para mediados de los años 1800, Spring Garden y los vecindarios cercanos se convirtieron en el área principal para la gente de habla hispana, particularmente para los puertorriqueños. Muchos puertorriqueños vinieron a Filadelfia como obreros por contrato para la industria del acero, los ferrocarriles y la agricultura. En el sector de Spring Garden encontraron trabajo en la compañía Baldwin Locomotive Works, que era la planta central de esta industrial. En aquel momento Baldwin era el manufacturero más grande de motores de tren en los Estados Unidos, y muchos de sus operarios eran puertorriqueños.
La data del censo de 1920 refleja una comunidad activa de latinos en Spring Garden. Esta tendencia se debió al crecimiento en la cantidad de casas de huéspedes dirigidas a hombres con apellidos en español, muchos de los cuales trabajaban en compañías de manufactura de tabacos en las inmediaciones, en el ferrocarril de Pennsylvania o en Baldwin Locomotive Works. La misma data también muestra un incremento en la cantidad de mujeres con apellidos en español que trabajaban fuera del hogar, así como un aumento en el establecimiento de alojamientos para mujeres solteras. Conforme los hombres se fueron a la guerra o encontraron trabajo en las industrias, las mujeres pasaron a ocupar trabajos administrativos con salarios bajos, haciendo trabajo clerical y como secretarias. Estel año de la llegada de tantos migrantes de habla hispana sugiere que la escasez laboral también influyó en la migración. Un 85% de los residentes hispanohablantes en 1920 había llegado a los Estados Unidos entre 1914 y 1919, con 65% llegado entre 1917 y 1919. Northern Liberties fue otra área donde se estableció una gran concentración de personas de habla hispana. El área tenía uno de los parques textiles industriales más grandes, aunque únicamente empleaba una pequeña parte de puertorriqueños en sus operaciones.
Asociación Española de Comerciantes estrechando la mano de un cliente en la apertura de su tienda Imagen de la Sociedad Histórica de Pennsylvania |
Entre las décadas de los 1920 y 1930 el empleo en el sector de manufactura en Filadelfia declinó al doble del ritmo que la tasa nacional. Una encuesta del Buró de Estadísticas Laborales hecha en la víspera de la caída del mercado de valores en el 1929 encontró que había una tasa de desempleo de 10% en la ciudad. La Gran Depresión puso aún más estrés en la ciudad y tuvo un impacto significativo en la migración de personas hispanohablantes a Filadelfia. A pesar de estas precarias condiciones, la población hispanohablante de Filadelfia siguió creciendo durante la época de la Depresión. En aquel momento, el debilitamiento de la industria de manufactura de cigarros en Tampa, Florida, provocó que muchos puertorriqueños emigraran hacia Filadelfia y Nueva York. A pesar de la desaceleración a nivel nacional en la industria, Filadelfia siguió empleando trabajadores en la industria del cigarro a lo largo de la década de los 1950. Poco a poco los puertorriqueños se convirtieron en el grupo más grande de habla hispana para el 1945. A pesar de ser una de las comunidades hispanohablantes más grandes, los puertorriqueños no tenían representación política o económica.
Desde los años 1940 hasta principios de los años 1960, decenas de miles de puertorriqueños se convirtieron en trabajadores temporeros en Nueva Jersey y Pensilvania, muchos para recoger arándanos azules. La mayoría de los migrantes venían del campo en la isla, donde habían trabajado en el procesamiento agrícola del azúcar, café o tabaco. Como se explicó previamente, con las reformas migratorias de los años 1960, los Estados Unidos permitieron e incentivaron políticas de migración que le dieron la bienvenida a miles de puertorriqueños para trabajar en la industria. Esta oportunidad económica fue avivada por lo que se denominó "fuga blanca", cuando miles de personas de raza blanca dejaron los centros urbanos para asumir una vida más suburbana. La población puertorriqueña en Filadelfia proliferó debido a la escasez laboral blanca durante ese momento.
Exterior e interior de La Famosa, una tienda de ropa propiedad Puertorriqueña Imagen de la Sociedad Histórica de Pennsylvania |
En su artículo de 2005, Víctor Vázquez-Hernández, describe cómo el evento del Motín de Spring Garden de 1953 trajo a la luz esta comunidad. El motín empezó cuando un grupo de hombres blancos decidió pelear con un grupo de puertorriqueños en un bar puertorriqueño en el vecindario. Esto desencadenó represalias contra los negocios propiedad de blancos en el área. La pelea fue más allá del local y creció para incluir aproximadamente 300 residentes y más de 70 policías en un conflicto que duró dos horas. El incidente provocó que el gobierno de la ciudad, a través de la Comisión de Relaciones Humanas de Filadelfia (PCHR), llevara a cabo el primer estudio de la comunidad puertorriqueña. La ciudad recurrió a puertorriqueños prominentes para ayudar con la labor de investigación. Entre ellos se encontraba José DeCelis, probablemente el organizador comunitario puertorriqueño más prominente en ese momento. DeCelis era dentista de profesión, presidente del Club Latinoamericano organizado localmente, director del Comité del Consejo de Asuntos Puertorriqueño sobre Salud y Bienestar, así como el primer puertorriqueño en graduarse de Temple University. A través de su participación en el estudio hecho por PCHR en el 1954, DeCelis pudo dar forma a la política que afectaría a las comunidades puertorriqueñas en Filadelfia en los años venideros. Algunas de estas políticas incluyeron la creación de la Asociación de Comerciantes Puertorriqueños y otras organizaciones para servir a la comunidad puertorriqueña.
Después del motín de 1953, muchos puertorriqueños se reubicaron en North Philadelphia, cerca de Fifth Street y Lehigh Avenue. El resultado de esta reubicación fue la aparición de un corredor comercial que permitió el desarrollo de lo que se conoce como "El Bloque de Oro[sic] o "The Golden Block", que eventualmente se reconoció con el nombre de Golden Center. La transición de trabajos agrícolas poco diestros a una economía más basada en negocios y empresarismo permitió que muchas familias puertorriqueñas se establecieran en los vecindarios de Fairhill y Kensington.
La migración desde la isla hacia la región siguió hasta la década de los 1970, incluso conforme fue disminuyendo en favor de otros destinos, de manera que para el 1973 la población puertorriqueña en Filadelfia estaba alrededor de las 85,000 personas. Organizaciones como la Asociación de Comerciantes Hispanos proporcionaron servicios a muchos de los nuevos dueños de negocios que fueron afectados por las barreras culturales y del idioma y les ayudaron a establecer una representación en el sector económico de la ciudad. Sin embargo, cerca del 80% de la población puertorriqueña seguía teniendo empleos modestos. Según describe Vázquez-Hernández, para fines de los años 1970 la población puertorriqueña en Filadelfia se transformó, al pasar de ser una comunidad que "era invisible" a convertirse en una visible, aunque fuera políticamente fracturada. No había una representación política unificadora en esas comunidades.
A principios de los años 1980 muchas familias puertorriqueñas se reubicaron en North Philadelphia (particularmente en Fairhill, Kensington, Juniata y más tarde en Hunting Park) desde vecindarios como Spring Garden y Northern Liberties, debido a la falta de empleo y la gentrificación. En estas localidades pudieron expandir sus comunidades y crear pequeños negocios. Conforme estas comunidades echaron raíces en esas áreas, nuevas organizaciones como HACE, Aspira, Taller Puertorriqueño, y Congreso de Latinos Unidos abrieron sus puertas con servicios destinados directamente a las comunidades puertorriqueñas, dándoles a muchas de estas familias un sentido de pertenencia y la oportunidad de retener a sus hijos en sus vecindarios.
Madre e hijo Puertorriqueños sufren económicamente Imagen de los archivos de Taller Puertorriqueño |
Durante esta década estas comunidades sintieron el declive económico de las industrias manufactureras que les proporcionaban su modo de vida. Las industrias que quedaron alrededor de Fairhill y Kensington empezaron a cerrar sus puertas o a mudarse a otras ubicaciones. Esto creó un declive económico que aumentó exponencialmente el desempleo entre los puertorriqueños, de manera que amplió la brecha en la desigualdad económica. Sin embargo, las comunidades en esos vecindarios siguen ahí hoy día, años más tarde. Algunos negocios se esfuerzan por encontrar el balance, otros siguen operando y organizaciones como la Alianza Comunitaria de Norris Square (antes la Asociación de Norris Square), HACE (antes la Asociación Hispana de Contratistas y Empresas), la Asociación Puertorriqueños en Marcha (APM), y Esperanza siguen teniendo fuerza en áreas de mejoramiento comunitario y económico, de forma que ayudan a fortalecer y desarrollar las comunidades para las que fueron creadas para servir.
Biografía del Autor
Ariel Vázquez es arquitecto. Tiene un grado profesional en arquitectura de Drexel University y un Certificado en Arquitectura Avanzada y Urbanismo del Berlage Institute en Rotterdam. Vázquez es miembro de la cooperativa Posconflicto Laboratory, a través de un plan conocido como Casa-Comuna, un proyecto que ayudaría a familias en Guatemala a ser propietarios de una vivienda. Otros proyectos incluyen: Architecture Disaster, en colaboración con el programa StuyResearch de Stuyvesant High School para la Ciudad de Sendai, Japón, un pequeño proyecto artístico llamado Buscando Visa Para Un Sueño y Lost Lots, que le permite a la comunidad de Fairhill tener una voz acerca del status-quo de los lotes vacíos y cómo esto ha afectado al ambiente.
Vázquez actualmente es miembro del comité de Zonificación y Planificación en Socios Comunitarios de South Kensington y trabaja como diseñador de proyectos en Brawer and Hauptman Architects. Ha sido nombrado por el Alcalde Kenney como comisionado en la Comisión de Planificación de Filadelfia, y sirve como conferenciante en el Departamento PennDesign de Planificación Regional y de la Ciudad.